Imogen Cunningham fotógrafa intimista y puramente femenina, inicia la modernidad en este arte.
Pionera de la fotografía estadounidense, era química de formación, aspecto que marca uno de los aspectos más interesantes de su vida. Cunningham exploraba e innovaba en los avances tecnológicos del siglo XX aplicándolos a sus obras desde la platinotipia -sobre la que versó su tesis doctoral- hasta la multiexposición que puso en práctica durante su etapa como retratista de famosos.
Su obra recorre desde unas primeras fotografías en las que prestaba una atención casi obsesiva a la plasticidad de las flores, hasta su etapa final como retratista de estrellas para la prestigiosa revista Vanity Fair. Sus desnudos nos acercan a la belleza del cuerpo humano, una de sus primeras imágenes fue su autorretrato donde aparecía desnuda sobre la hierba. Años más tarde retrató a su marido de la misma forma, pero por el puritanismo de la época y la controversia suscitada, tuvo que guardar los negativos durante 55 años, contaba ya con más de 80 años. También tardíamente, en 1956, cuando tenía 73 años de edad, el MOMA le dedicó una exposición que le devolvió visibilidad, reconociendo así su su trayectoria y valorando sus más de cincuenta años de trabajo.
Firmaba sus fotografías con un sello chino formado por las siglas I-MO-GEN que quiere decir “ideas sin fin”. Como el legado que nos ha dejado.
Hand and Leaf of Voodoo Lily, 1972
40,6×50,8 cm
copia en gelatina de plata
[/ezcol_2third_end]
Colabora: